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miércoles, 1 de octubre de 2008

MURÚA, Dámaso: Vendetta


El hombrón con su permanente rostro enfurecido, afilaba la navaja en el asentador. Dos o tres tragos de saliva había pasado ya por su garganta el indefenso hombre que permanecía de frente al techo blanco del salón. Buscaba los ojos del hombrón para esbozar una sonrisa, para ganarse su simpatía, sin lograrlo nunca. Solo el ir y venir de la blanca navaja, en infatigable ascenso y descenso, con sordo ruido, interrumpía la casi detenida respiración de los dos.
En el espacio, con la luz del crepúsculo, brillaron lastimosamente las perlas deslumbrantes del filo de la navaja. El hombrón se arrancó bruscamente algunos pelos gruesos de la nuca y probó, al aire, el maravilloso filo que el asentador había conseguido transmitir al acero. Otro trago de saliva trajo momentáneamente paz al hombre acostado.
Intercambiaron dos o tres hoscas frases y el silencio los arropó de pies a cabeza empeñados en su común tarea. La navaja alisó la piel encima de la aorta, henchida de miedo; perlas de sudor sobre la frente denunciaban el temor filtrándose al ambiente, en volutas mágicas que se evaporan en el aire seco del cotidiano y trágico salón blanco. En la radio empezó a escucharse la quinta sinfonía de Beethoven.
—De modo que no te acuerdas cuando me pegaste en la escuela.
—No me acuerdo, te lo juro.
—Estábamos en segundo año, acuérdate.
La navaja se deslizó diestra sobre la barbilla llena de jabón. Él no contestó ya. Salió de la peluquería envejecido como cien años.
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Dámaso Murúa
(México, 1933)
Puro Cuento nº 7
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Dámaso Murúa es uno de los valores más destacados de su tierra natal, y como dicen los escuinapenses, un gran orgullo, que ha dado brillo y prestigio a las letras. Nació el 13 de agosto de 1933. De profesión Contador Público, se desempeñó con éxito en las actividades bancarias y financieras, lo mismo en la industria pesquera del sur de Sinaloa, casas de bolsas y ejerció la docencia en la Escuela Superior de Economía.
Su contacto permanente con los pescadores le permitió adentrarse a sus formas de expresión, sus entornos, problemas, anécdotas, humor, condiciones que le proporcionaron innumerables vivencias para plasmarlas en una amplia y fructífera obra literaria.
Dámaso Murúa, refiriéndose a Escuinapa nos dice: “Aquí nací y me crié. Me destetaron de esta tierra a los quince años. Pero todo sigue igual. Estos hombres, pescadores prietos de tanto sol, son los mismos de aquel tiempo. ¡Qué impresionante es verlos envejecidos! Todos, uno por uno, fueron testigos de mi lejana infancia. Escuinapa, tierra mía, de tantos recuerdos”.
Es Dámaso Murúa uno de los sinaloenses de mayor trayectoria en los géneros de cuento y novela. Su producción es rica, el humor, la ironía, el sarcasmo, la ficción, son figuras que definen su estilo como escritor y periodista.
Sus cuentos, relatos y novelas surgen de su prodigiosa imaginación y de su contacto con la realidad.
Su personaje por antonomasia es Florencio Villa, El Güilo Mentiras, la figura más maravillosa de la picaresca sinaloense que fuera su inspiración para producir su antológica obra, El Güilo Mentiras.
Su producción es prolífica, misma que ha enriquecido a la narrativa sinaloense y mexicana. Destacan: Doce Relatos Escuinapenses (1964), El Mineral de los Cauques (1966), La Ronda (1969), El Güilo Mentiras (1971), Colachi (1972), Tiempos Regiomontanos (1973), Amor en el Yanqui Stadium (1975), Esopo del Estuario (1975), Vacum Totoliboque (1976), Las Playas de Las Cabras (1979), Las Redes Rotas (1979), En Brasil crece un Almendro (1985), Palabras Sudadas, La Muerte de Marcos Cachanos (1987), Para mis Amigos (1988), Éxodo en la Perla (1994), La Mujer Primero.
Algunos de sus relatos forman parte de la Antología de la nueva narrativa (México) y en la Antología del Cuento Fantástico Latinoamericano (Varsovia).
Fue director de la revista Albatros y ha incursionado con mucho éxito en el periodismo. Actualmente vive en Mazatlán.

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